Como un auto puede comprometer una red corporativa
Un atacante acecha en el estacionamiento, pero en lugar de herramientas de alta tecnología futurista, sostiene pequeños dispositivos baratos que entran en una mano. No busca entrar por las puertas de una empresa de ciberseguridad, sino a través de algo tan cotidiano como el auto que usa un empleado para ir al trabajo. Esa fue la estrategia de Tim Shipp, CTO de Threatlight, quien demostró cómo un Tesla estacionado puede ser el primer paso para infiltrarse en una red corporativa.
Todo comienza con una simple relación: el teléfono del empleado está vinculado al coche. El atacante interfiere con la señal Bluetooth del Tesla con microcontroladores de 30 dólares y módulos adicionales económicos. El conductor, al ver que su móvil no se conecta automáticamente, busca el coche en los ajustes y ahí aparece la trampa: un dispositivo falso, creado por Shipp con un FlipperZero, que se hace pasar por el Tesla. El usuario, sin sospecha alguna, toca “conectar”.
En ese instante, comienza la pesadilla: el atacante se mete dentro del teléfono. Se hace pasar por un teclado USB y le envía comandos maliciosos para instalar una aplicación (APK) que abre una puerta trasera. La conexión es inestable por ciertas limtiaciones de seguridad en Android 15, pero solo necesita unos segundos para ganar el control y rootearlo con herramientas ya preparadas.
Y aquí viene el segundo paso: esperar pacientemente. Si bien ya podría haber exfiltrado mucha información, decide esperar. Cuando el empleado entra al edificio y su celular se conecta a la red corporativa, el atacanta va en el bolsillo del trabajador. Desde allí, el movimiento lateral hacia servidores Linux o hipervisores ESXi es cuestión de habilidad y conocimiento. Un viaje desde el auto hasta el corazón de la empresa, sin que nadie se de cuenta.
Ese fue el camino que siguió Tim Shipp en una prueba de penetración real. Y lo llevó a la conclusión de que la seguridad no debe descuidar lo obvio ni lo barato. No siempre es el exploit más nuevo, ni el ataque más sofisticado el que derriba las defensas. Como recuerda Threatlight, los riesgos suelen esconderse en “una brecha que todos pasamos por alto”. Según el investigador, “se trata de mirar la seguridad de una manera más integral, en lugar de una solución por problema, lo que hace que uno pase por alto problemas que quedan en el olvido”.
Fuente: DarkReading


