El CVE casi desaparece: ¿está en riesgo la soberanía de la ciberseguridad global?
Una tormenta evitada a último momento sacudió al mundo de la ciberseguridad. El programa CVE (Common Vulnerabilities and Exposures), gestionado por MITRE y financiado por el gobierno de Estados Unidos, estuvo a punto de quedarse sin fondos por restricciones presupuestarias. Solo una renovación de contrato de último minuto por parte de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad (CISA) evitó que se apagara uno de los pilares del ecosistema global de vulnerabilidades.
¿Qué es el CVE y por qué importa?
El proyecto CVE proporciona identificadores únicos para vulnerabilidades conocidas públicamente, permitiendo a empresas, gobiernos y profesionales de seguridad comunicarse en un lenguaje común. Desde Microsoft hasta Google, pasando por investigadores independientes y gobiernos, todos dependen de los CVE para priorizar parches, gestionar riesgos y coordinar respuestas a incidentes.
La posible interrupción del programa puso de relieve un problema de fondo: la dependencia global de una infraestructura crítica que está controlada y financiada por un solo país.
América Latina: la región más vulnerable a esta fragilidad
En América Latina, donde muchas organizaciones aún carecen de sistemas avanzados de gestión de vulnerabilidades, el acceso libre y estandarizado a la base de datos CVE es fundamental. Una suspensión del programa podría haber provocado:
Demoras en la detección de amenazas conocidas.
Mayor exposición a ataques aprovechando vulnerabilidades no parcheadas.
Dependencia de fuentes alternativas con menor transparencia o motivaciones políticas diferentes.
Esto expone una debilidad estratégica: la región depende de un recurso global sin capacidad local de reemplazo.
¿El futuro está en Beijing?
La amenaza de interrupción del CVE reavivó el debate sobre alternativas. Una de las más mencionadas es la base de datos de vulnerabilidades de China, conocida como CNNVD (China National Vulnerability Database). A diferencia del modelo estadounidense, CNNVD es gestionada por organismos vinculados al aparato de seguridad estatal, lo que genera preocupaciones sobre:
Manipulación del tiempo de publicación de vulnerabilidades con fines estratégicos.
Falta de transparencia.
Potencial sesgo geopolítico en el manejo de los datos.
No obstante, su eficiencia es destacable: estudios indican que CNNVD publica vulnerabilidades en promedio 13 días después de su descubrimiento, mientras que el NVD (la base estadounidense que se alimenta de los CVE) puede tardar más de 30.
Este cambio en el equilibrio puede llevar a que países comiencen a alinearse con sistemas de inteligencia de vulnerabilidades distintos, fragmentando el ecosistema global.
El llamado a la descentralización
El episodio encendió las alarmas sobre la necesidad de diversificar fuentes de información y fortalecer capacidades locales. Desde el mismo MITRE se propuso crear una fundación independiente para gestionar el CVE, buscando asegurar su sostenibilidad más allá del presupuesto de Estados Unidos.
Para América Latina, esta es una oportunidad y una advertencia:
Oportunidad de fomentar capacidades propias, colaboraciones regionales y bases de datos soberanas.
Advertencia sobre lo frágil que es depender exclusivamente de infraestructuras controladas por potencias extranjeras.
La ciberseguridad también es geopolítica
La casi caída del proyecto CVE no fue solo un problema técnico o presupuestario. Fue una señal de alerta sobre cómo la infraestructura crítica de la ciberseguridad global puede estar al vaivén de decisiones políticas internas de una sola nación.
América Latina debe tomar nota y prepararse. La soberanía digital no se construye solo con servidores y firewalls, sino con decisiones estratégicas sobre en quién confiar, qué estándares adoptar y cómo construir capacidades propias.



